Estamos viviendo un periodo crítico de la Historia. Muchas personas en distintos lugares sufren por el nombre de Cristo. Como cristianos que no sufrimos tal persecución debemos encontrar la manera de ayudar a los hermanos y hermanas que viven asediados. Necesitan más que nunca nuestra presencia, nuestro apoyo, nuestras enseñanzas, nuestro compañerismo y nuestras oraciones.
Nehemías vivía en la tierra que hoy es Irán. Era un hombre de buena y alta posición, que oraba por el agobiado pueblo de Dios. Sus parientes vivían bajo condiciones extremadamente difíciles.
Nehemías recibió la noticia de la desesperada situación en Jerusalén, se sentó a llorar por muchos días. Habiendo escuchado las necesidades lo tomó como un llamado a actuar.
Intercedió por su pueblo ante los altos círculos gubernamentales, como debemos hacerlo nosotros. Fue atrevido en su continuo servicio por un pueblo atribulado, como debemos serlo nosotros. Su oración nos muestra una manera de orar con pasión alentándonos hoy a orar más que nunca.
La difícil situación del pueblo de Dios en Jerusalén en ese entonces es similar al sufrimiento que numerosos cristianos soportan en muchos lugares hoy.
Nehemías escuchó que el templo estaba en ruinas y el nombre de Dios era profanado. Hay lugares donde el pueblo de Dios ha sufrido tanto, por tantas generaciones que la iglesia ya no existe allí. Se le llama la Iglesia desaparecida. También hay otros espacios donde nunca ha habido una iglesia, es así que cuando nuevas iglesias se fundan les espera sufrimiento.
La respuesta de Nehemías fue maravillosa: aunque él fue un hombre de trabajo y un administrador bien capacitado oró y ayunó delante del Dios del cielo. Él tenía una muy cómoda posición. No había sido el causante de los problemas. Sin embargo se identificó de tal manera con toda la familia del pueblo de Dios, que oró por ellos como si él hubiera sido el responsable de sus padecimientos. Ese sentido de responsabilidad lo impulsó a involucrarse.
¿Nos vestimos de luto como Nehemías por los pecados de nuestro pueblo o nuestra iglesia? ¿O nos lavamos las manos y delegamos la culpa a los políticos y líderes de la iglesia?
La oración de Nehemías lo impulsó a la acción porque hizo suyo el sufrimiento el pueblo como si fuera su propia familia.
(Fuente: Perspectivas del Movimiento Cristiano Mundial.)
Te animo a que puedas orar, por los hermanos de la iglesia a la que asistes, por la iglesia perseguida, por los misioneros que están en el campo. Ellos son nuestra familia en la fe, son parte nuestra, no importa cuán cerca o lejos estemos de ellos no podemos ser indiferentes. Una oración sincera nos llevará a un accionar de Dios, nos llevara a involucrarnos.
Silvina Gómez